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La niña en la pared 

Por CHATGPT | Inteligencia Artificial

La familia Suárez se mudó a una casa antigua en las afueras de la ciudad, buscando tranquilidad. La casa tenía un aire viejo y pesado, con pasillos largos y fríos. Pero lo más inquietante era la habitación al final del pasillo. Tenía la puerta cerrada con llave cuando llegaron, y los dueños anteriores no dieron ninguna explicación. 

Una noche, la pequeña Valeria, de seis años, despertó a sus padres con una pregunta extraña: 

—Mamá, ¿quién es la niña que llora dentro de la pared? 

Su madre la miró confundida. 

—No hay nadie en la pared, cielo. Es solo tu imaginación. 

Pero Valeria insistía. Decía que cada noche, cuando la casa se quedaba en silencio, podía escuchar sollozos detrás del muro de su habitación. Al principio, sus padres no le dieron importancia… hasta que una madrugada, cuando el padre de Valeria fue por agua, escuchó algo. 

Un murmullo. 

Un llanto ahogado. 

Y luego, tres golpes secos dentro de la pared. Toc. Toc. Toc. 

El hombre sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Intentó convencerse de que era el ruido de las tuberías, pero esa noche, mientras dormía, sintió algo helado rozando su oído. Una voz infantil, susurrante: 

—Déjenme salir… 

A la mañana siguiente, decidieron revisar la casa. Quitaron el papel tapiz viejo de la habitación de Valeria y, con horror, encontraron algo oculto detrás. 

Unos pequeños arañazos cubrían la pared, junto con palabras débiles escritas con sangre seca: 

“Aquí dentro. No me dejen aquí. Mamá, por favor…” 

La familia llamó a la policía, y al romper la pared, descubrieron lo impensable. 

Los restos de una niña, encogida en posición fetal, con las manos aún en carne viva de tanto rasguñar. 

Pero lo más aterrador fue el rostro de Valeria cuando vio el cadáver. 

No lloró. No gritó. 

Solo sonrió… y susurró: 

—Ahora ya puede salir. 

Esa noche, la familia empacó y se fue. Pero la casa no se quedó vacía por mucho tiempo. 

Poco después, una nueva familia se mudó. Y con ellos, una niña pequeña. 

Días después, cuando la madre fue a despertarla para el colegio, la encontró sentada en la cama, con los ojos muy abiertos. 

—Mami… la niña de la pared está otra vez aquí. 

Y desde el otro lado del muro, en la oscuridad, un suave Toc. Toc. Toc. 

*Este relato forma parte del programa de Relatos Nocturnos El Podcast que puedes ver en nuestro canal de YouTube: